Alberto Cortés, dramaturgo y performer comenzó su andadura escénica en Málaga en 2009 y desde 2013 trabaja en solitario en una suerte de experimentación escénica que juega con un lenguaje personalísimo donde el erotismo y la pasión desenfrenada confluyen creando un espectáculo único, vibrante y revolucionario. Desarrolla su actividad formándose y relacionándose con diversas creadoras y compañías nacionales e internacionales. Ha creado montajes como Viva la guerra, Historia de Mikoto, Yo antes era mejor, Hollywood, Masacre en Nebraska y El Ardor. En 2022 publica Los montes son tuyos (que reúne El Ardor, de 2021, y One night at the Golden Bar, de 2022).
¿Cuáles fueron tus orígenes como artista? ¿Cómo se desarrolló tu vocación por las artes escénicas?
Nunca he tenido una atención especial respecto a al teatro y las artes escénicas en mi infancia. Siempre había tenido relación con el dibujo y la pintura y era amante del cine. Llegué al teatro por casualidad y me quedé dentro cuando me di cuenta de que era un lugar que me permitía meter dentro todos mis intereses artísticos de una manera enriquecedora. A partir de ese momento en la Escuela de Arte Dramático de Málaga, formo compañía con Alessandra García y empiezo a poner en práctica mis inquietudes desde Málaga y sin apenas recursos.
Tu obra revoluciona a través de un lenguaje propio los espacios escénicos. ¿Cuál es el sustrato emocional donde se cimentan tus performances? ¿Dónde nace la fuente de inspiración a la hora de crear tus proyectos?
No hay una fórmula de la inspiración, o al menos yo no la tengo. Si es verdad, que en mi caso, comienzo a activar algo desde mi propia experiencia vital, parto de algo que está en mi piel en ese momento o que ando atravesando y no sé colocar. No sé hacerlo de otra forma.
¿Cuáles son los referentes del mundo de la historia del arte que han forjado tu propia visión artística?
No soy muy de referentes históricos más allá de esos nombres, de “hombres” la inmensa mayoría, que ya todos conocemos y que hicieron grandes obras que han generado una especie de “inspiración universal”. Eso está ahí. Pero diría que los principales referentes a los que miro son las compañeras con las que comparto profesión, que son cercanas, amigas muchas de ellas, y generan camino para los que venimos detrás o lo construimos juntas.
¿Qué papel juega la estética como signo visible de tus montajes en el resultado final de tus productos escénicos?
La estética está ligada al corazón o las raíces de lo que quiero contar. Se van tejiendo casi al mismo tiempo, ni es un motor ni una envoltura que pones como adorno. Para mí estética y corazón van de la mano, a veces pueden ser la misma cosa.
Es indudable la influencia de la cultura queer en tus montajes donde se juega con un erotismo desbordante a través de la voz, la música y la danza, cuéntanos como se desarrolla todo este proceso en tus creaciones.
Lo queer no es una etiqueta de moda con la que poder clasificar para vender más y mejor, aunque me alegra que el término se haya expandido. Es importante tomar consciencia de que detrás de la etiqueta hay una persona. En mi trabajo es un nacimiento orgánico, no una elección, no puede no estar si estoy pegando las cosas tanto a mi piel. No sé cómo ponerme en la escena de otra forma si quiero entender el escenario como un espacio para la sinceridad.
¿Qué te diferencia de otros artistas escénicos ?
Nada. Supongo que cada cual hace lo que puede con lo que tiene. Hacer las cosas lo más honestamente posible respetando mi sentir y libertad creativa ha sido mi única máxima, y la de muchas otras artistas.
Si tuvieses que definirte con una frase, ¿Cuál sería?
No me definiría con una frase. Las palabras pueden ser muy reduccionistas, no tengo el don de poder elegir las palabras totales y adecuadas que vayan a estar siempre a merced de mi identidad. Ellas se quedan escritas y yo siempre voy cambiando de un lado para otro. Ni siquiera puedo elegir las palabras adecuadas para los textos que escribo, para definirme ni me lo planteo.
En los próximos días tu obra ONE NIGHT AT THE GOLDEN BAR tendrá una presentación estelar en el centro cultural CONDEDUQUE, ¿Cómo fue el proceso de creación de dicha obra y qué debe esperar el espectador ante su visionado?
La creación de la pieza nace de la necesidad de declarar amor y de hacerlo desde la vulnerabilidad que eso conlleva. Fue un proceso bonito y muy cálido para mí. El espectador va a presenciar una declaración, no debe esperar nada, mejor que no haya expectativa, solo que venga con apertura.
¿Cómo valoras el panorama artístico en la España de nuestros días?
Muy extensa esta pregunta. Podría decir que es diverso y rico pero tratado con muy poco amor (lo que ya intuimos todas). Como me dijo una persona una vez: el amor se demuestra en los presupuestos.
¿Qué rol deben jugar las instituciones públicas a la hora de potenciar las obras de artistas noveles que se abren paso en un mundo tan competitivo y trepidante?
Cuidar, dialogar, escuchar y posibilitar que se muestren o expandan. Y una muy importante: no fomentar la precariedad sometiendo a los que empiezan a malas condiciones económicas bajo el paraguas de lo nuevo o lo “emergente”.
¿Qué papel consideras que debe tener el arte en el cambio de conciencias en este mundo convulso que nos ha tocado vivir?
No lo sé. Si lo supiera trabajaría desde otro lugar. Solo lo puedo intuir. Y esa intuición me dice que tiene el poder de transformar interiores.
¿Cuáles son los proyectos que tienes en mente para este nuevo año que comienza?
La creación de una nueva pieza que se estrenará en septiembre, “Analphabet”.