Edgar Vittorino habla sin complejos, con honestidad y mucha generosidad de salud mental; concretamente de la bipolaridad y de cómo esta patología, cuyos efectos vivió a través de un familiar “muy cercano”, condicionó su vida, construyó su imaginario e influyó incluso en su carrera profesional.
Edgar Vittorino es el actor que llega discretamente al escenario audiovisual de nuestro país. Desde que abandonara Colombia, su país natal, hace cinco años, Vittorino ha interpretado a personajes de todo tipo en series de enorme éxito como Vivir sin permiso, Vis a Vis, Desaparecidos, Foody Love, El robo del siglo o 4 Estrellas, donde podemos verle actualmente interpretando a un cocinero que, según nos cuenta, le está enseñando grandes lecciones que seguramente le acompañarán para siempre.
Ha trabajado junto a directores como Isabel Coixet, Salvador Calvo o Daniel Calparsoro. En Colombia, en Australia, en Corea y en España Edgar Vittorino ha prestado su mirada profunda, indescifrable y enigmática en series de televisión, películas y cortometrajes.
En el cine destacan sus papeles en películas como Expatriot, Maras, Nieva en Benidorm, Bajocero o la más reciente: Centauro.
Alejandro, el personaje que interpretó en la serie australiana Totally Complete Fine, cambió su forma de comunicarse consigo mismo. Una serie que abordaba algo tan de actualidad como el suicidio.
Pasamos un día con Edgar Vittorino en los estudios de televisión de EsTuTele. En cada foto parecía sumergirse en uno de los muchos personajes que conviven o tal vez sólo coexistan en el interior de un hombre que se define como inquieto y ávido de aprendizaje, que alza la voz contra el racismo y que se caracteriza por su exultante sinceridad.
Si alguien decidiera hacer un biopic sobre tu vida y trayectoria, y te encargaran la sinopsis breve del primer capítulo, ¿por dónde, cómo y a partir de qué momento empezarías?
Empezaría por la influencia que ejerció la bipolaridad de un familiar muy cercano y al que estaba muy unido. Lo que parece una desgracia, a menudo puede suponer el punto de partida de un bagaje vital, y que sin duda te marca y te condiciona de distintos modos en cada etapa. Pero ese punto de partida se deslizó hacia una trayectoria que fue construyendo un presente con el que me siento muy a gusto a día de hoy. Y en gran parte eso se lo debo a esa “enfermedad”, presente en mi familia.
¿Qué recuerdos te trae tu paso por el formato telenovela en Colombia?
De aquella época rescato los recuerdos de muchos amigos y de gente de la que aprendí mucho y que se abrió de corazón conmigo. Lo pasábamos muy bien grabando. Eran jornadas muy largas; extenuantes, y quizás, como dice el filósofo Biu Chul Han: “En el cansancio el ego se aparta, se cae la máscara y así podemos vernos y relacionarnos con más verdad”. Esto es lo que recuerdo y echo de menos de aquellos tiempos inaugurales de telenovelas en Colombia. La verdad es que aquí aún no he experimentado esa magia.
Siendo un formato muy criticado por promover valores puritanos, también es cierto que las telenovelas han abordado temas que afectan a las sociedades latinas y católicas, como el aborto, la violación, la religión, el machismo, el clasismo. ¿Cuál crees que es la aportación más importante de la telenovela a la esfera audiovisual y al público espectador?
Hace seis años que no participo en telenovelas. He estado haciendo series de otro tipo, explorando otros géneros, en lo que a televisión se refiere, y también he hecho cine. En España, Australia y hasta en Corea del Sur, donde he podido trabajar con realizadores como Isabel Coixet, Salvador Calvo o Daniel Calparsoro. Y debo decirte, que para ser honesto, las temáticas que se abordaban en estas series y películas me parecen las mismas. La única diferencia es que cada formato lo cuenta desde una perspectiva distinta, con un tono o un estilo diferente. La telenovela cuenta historias, seguramente de una manera menos sutil. Va dirigida a un público muy concreto enmarcado en una cultura, una geografía y un momento de la historia. Y el mensaje, es decir, la forma de ser contada tiene que impactar en ese público y disparar unas emociones muy determinadas. Pienso que ésa es su gran aportación; acompañar, conectar y en cierta forma abrir reflexiones.
Por cierto, estamos en tiempos de cambios en la esfera política de España, y no se si eres uno de esos actores comprometidos ideológicamente.
Además de que es la lucha que más de cerca me toca, es, en general la que más me preocupa; el racismo y la xenofobia. Despertar los sentimientos más oscuros de la población o poner en contra a una comunidad, colectivo o confesión con otra es un error, y una deuda que heredarán las generaciones futuras y que sin duda, hay que liquidar.
¿Qué te hizo venir a España?
La inquietud por ir más allá; la necesidad de traspasar fronteras y extraer todo ese aprendizaje que uno acumula cuando es un poco más ciudadano del mundo. En definitiva las ganas de aprender, y de conocer cosas nuevas. Y esas cosas son esas nuevas caras que aparecen en tu vida; las nuevas opciones y decisiones, y ese nuevo paisaje que poco a poco va dibujando nuevos horizontes.
¿Qué te enamoró de la ciudad y de España en general?
España en general, y Madrid en particular invita a la vida. La ciudad es vibrante, hay una energía extraordinaria que la hace palpitante. Y eso te contagia. En España existe un equilibrio entre ocio y trabajo que hace el día a día sea más trepidante. Desde luego no llego al nivel de mis amigos y amigas españoles, que salen cada fin de semana, incluso entre semana a tomar unas cañitas. Sí es cierto que muy pronto me di cuenta que aquí podía trabajar y disfrutar de la vida a partes iguales.
En Vivir sin permiso te sumerges una vez más en la piel de sicario. ¿Cómo lo viviste? ¿Te sentiste en resistencia ante el cliché?
Una vez más: no!!. Y de hecho era la primera vez que interpretaba a un personaje de este tipo a lo largo de mi carrera. Y la verdad es que fue muy sorprendente e interesante descubrir que tenía ese registro; esa posibilidad como actor. Esto del encasillamiento… considero que es más un prejuicio de determinada gente y de algunos periodistas que llegan con una serie de estereotipos y dan por sentado cosas en las que probablemente no hayan investigado. Al hacerme esta pregunta me doy cuenta de que en efecto el cliché existe. Pero como te decía yo ese registro lo aproveché como una ventaja para explorar en mis posibilidades como actor. Relacionar Colombia y a los colombianos con el hampa u otros asuntos turbios es una forma de racismo ante la que yo ni me identifico ni me tengo que justificar.
Otro malote llegó con el Caimán en Vis a Vis. ¿Qué le deben estos personajes a Edgar? Es decir; ¿qué les cedes de tu personalidad?
Los personajes no me deben nada a mí. Todo lo contrario; soy yo el que les debe la oportunidad de descubrir una parte nueva de mi mundo interior, o de hacerme conectar con rasgos que viven en mi interior mucho más sumergidos. Como intérpretes debemos regalarnos la experiencia y el aprendizaje que supone iniciar un viaje iniciático con cada personaje que interpretamos, porque inexorablemente siempre dejarán algo en nosotros y nos mostrarán algo nuevo de nosotros mismos.
En este momento tu carrera da un salto cualitativo y tus personajes ganan complejidad, emoción y podemos observar un registro dramático y un tanto emocional. Hablo de tus interpretaciones cada vez más aclamadas en tus dos últimos trabajos en Desaparecidos y en este momento en 4 Estrellas. ¿Qué trabajo has disfrutado más? ¿Cuál de todos te ha absorbido e incluso transformado como hombre y como actor?
Todos me han absorbido por igual. En Desaparecidos me metí en la piel de un policía que me ayudó a reintepretar el concepto de “macho alfa”. En la serie 4 estrellas me invitó a conocer a un cocinero que me está aportando mucha humildad frente al trabajo. Pero hay uno que no mencionas que quizás dejó una transformación profunda en mí, y es la serie australiana Totally Complete Fine, que habla sobre el suicidio y de cómo dejamos de vernos, de escucharnos entre nosotros por estar sumergidos únicamente en nuestros pensamientos y problemas. Alejandro, que es como se llama el personaje, es un paramédico que me enseñó a escucharme más desde el corazón, y así poder abrirme a escuchar a otros y ver a los demás, también desde el corazón; más de verdad, en su dimensión real, y acallar así, el runrún de mis necesidades.
Teatro, cine, cortos, por supuesto series… ¿En qué ámbito te sientes más cómodo y en cuál te gustaría profundizar y conquistar?
La vida o las circunstancias, me han dado más la oportunidad de desarrollarme en el formato audiovisual; cine, series o cortos. Y me encuentro a gusto en este ámbito. Pero si que me gustaría explorar el teatro aquí en España, ya que aun aquí no he tenido esa posibilidad.
¿Qué tipo de personaje, o qué personaje concreto sueñas con interpretar?
Un personaje bipolar; creo que seria un gran reto.
Volviendo a la primera pregunta. Imagina que eres un guionista a quien le encargan una descripción de Edgar Vittorino en un párrafo, para que el actor lo lea y se haga una idea.
Que haga un personaje que no dé nada por sentado; esto es: que siempre esté dispuesto a indagar en sí mismo y que se de cuenta de que no sabía lo que hacía , y empiece de nuevo.
Por Jaume Amills
Photo Kristen Wicce
Localización: Estudios de televisión EsTuTele
Maquillaje y Peluquería: María García – Make Up @ Hair
Estilismo; Amaia Brac.
Vestuario: Ana Locking, Duarte, Versace, Paloma Suárez, Karl Lagerfield, DsQuared”, Marlo Studios
Calzado: Otrura, Karl Lagerfield, PLA Shoes,
Joyas: Uno de 50, Swarovski, Eñaut