Las ideas estéticas que Marcel Proust desarrolla en su obra, los ambientes artísticos, monumentales y paisajísticos que le rodearon y que recrea en sus libros, así como los artistas contemporáneos o del pasado que le sirvieron de estímulo son algunos de los aspectos que articulan el recorrido de la muestra. El objetivo es resaltar esa vinculación y la interrelación entre el arte y su figura, su vida y su trabajo. Una de sus primeras obras publicadas de Marcel Proust, Los placeres y los días (1896), se presenta en la primera sala de la exposición, mostrando su temprano gusto por las artes, la música, el teatro y, especialmente, la pintura y sus frecuentes visitas al Museo del Louvre. Ese interés continúa en su obra cumbre, la novela En busca del tiempo perdido, publicada en siete partes entre 1913 y 1927. El París de la Tercera República, sobre todo el entorno de los Campos Elíseos, el Bois de Boulogne y los palacios de la aristocracia del Faubourg Saint-Germain, o las playas y costas del norte de Francia, son algunos de los escenarios en los que se desarrolla la novela y que reflejaron en sus cuadros pintores como Manet, Pissarro, Renoir, Monet, Boudin o Dufy. Por otro lado, la importancia del teatro en la obra de Proust tiene su reflejo en la impresionante pintura de George Clairin, procedente del museo del Petit Palais de París, representando a Sarah Bernhardt, en la que se basó, entre otras, para crear el personaje de Berma, omnipresente a lo largo de la novela.
La exposición hace también hincapié en uno de los temas más sobresalientes en la obra de Proust, el de la creación y consolidación en las últimas décadas del siglo XIX de una nueva y moderna disciplina, la Historia del Arte, en su fascinación por una ciudad como Venecia, a la que viajó dos veces, en su interés por las catedrales y la arquitectura gótica y en la no tan conocida “conexión española” del escritor, a través de las figuras de Mariano Fortuny y Madrazo y Raimundo de Madrazo, incluyendo en las salas algunos trajes y telas diseñados por el primero para mostrar un tema, el de la moda, imprescindible en el autor francés y que la muestra pretende resaltar.
Además de pinturas de Rembrandt, Vermeer, Van Dyck, Watteau, Turner, Fantin Latour, Manet, Monet, Renoir o Whistler, entre otros, una escultura de Antoine Bourdelle y los citados diseños de Fortuny y de otros creadores de la época, la exposición incluye una selección de manuscritos de Proust, con préstamos del Musée du Louvre, el Musée d’Orsay y el Carnavalet – Histoire de París, la Maurithuis de La Haya, el Rijksmuseum de Ámsterdam, el Städel Museum de Fráncfort y la National Gallery of Art de Washington.
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