En la edición de este libro titulado Teatro Obra completa de Agustín Gómez Arcos se ha optado por ordenar las piezas teatrales cronológicamente, respetando el año escritura, independientemente de la revisión, reescritura o reestructuración posterior, para dejar al lector o lectora la decisión de en qué orden aproximarse a ellas. Para facilitar ese acercamiento, ofrecemos aquí una selección de algunas de las obras más significativas en la trayectoria de Agustín Gómez Arcos, a modo de puerta de entrada a este visionario universo.
Fue a mediados de los 50, en su época universitaria en Barcelona, cuando Agustín Gómez Arcos descubre su pasión por el teatro, género al que se dedicará por entero, abandonando la poesía, tanto en su etapa madrileña como en los primeros años de exilio. Su primera pieza estrenada fue Elecciones generales, en 1960. Dos años más tarde ganó el Premio Lope de Vega con Diálogos de la herejía, un drama en el que la Inquisición sirve como metáfora para aludir a la situación política del momento. El premio le fue retirado, y se prohibió su representación. No iba a ser la última vez que sus obras enfrentasen la censura: más bien se convirtió en una constante. A pesar de ello, consiguió estrenar en teatros madrileños como el Reina Victoria o el Marquina, y con actores y actrices de la talla de Gemma Cuervo, María Luisa Ponte, Alicia Hermida, Terele Pávez, Alfredo Landa, Luchy Soto, entre otros. Pero ante las dificultades de escribir en libertad y los continuos desencuentros, Gómez Arcos se vio abocado al exilio en 1966: «Decidí que no tenía nada que hacer en este país», explicaría años más tarde en una entrevista. Vivió primero en Londres, y más tarde en París, adonde llegó en 1968, encontrándose una sociedad efervescente en lo político, lo sexual y lo artístico. Comenzó a trabajar en un café-teatro del Barrio Latino, para el que escribió dos piezas breves. Continuó escribiendo teatro hasta 1972: «Abandoné este género el día en que me di cuenta de que había dejado de ser un arte de la palabra viva, un arte combativo, conflictivo, para convertirse en una estética. En adelante, se dedicaría por entero a la narrativa. En su teatro se pueden distinguir dos etapas.
La primera, aún en España, se caracteriza por sus ecos de picaresca, esperpento y voces lorquianas. En la segunda, ya en Francia, se acerca al teatro del absurdo y al surrealismo. Su escritura es una intersección entre tradiciones, que aúna transgresión y lirismo. La alegoría le sirve de recurso para reflejar la sociedad del momento, pero también trascenderla en un revelador análisis atemporal de los mecanismos del poder y su contrapunto: figuras disidentes que señalan las fisuras y rompen los tabúes para vivir de acuerdo a sus propias reglas. Desde su exilio en 1966, sus obras no volvieron a representarse en un escenario español hasta 1991, cuando por iniciativa del Centro Dramático Nacional comenzaron a recuperarse.
DATOS BIOGRÁFICOS
Agustín Gómez Arcos (Enix, 1933-París, 1998) nace en el seno de una familia republicana. A los veinte años, tras haber finalizado su bachillerato en Almería, se desplaza a Barcelona para estudiar Derecho, pero pronto descubre que su vocación es la literatura. A mediados de los años 50 se traslada a Madrid, donde trabaja como actor, director de escena y traductor. Su labor de dramaturgo es merecedora, en dos ocasiones, del Premio Nacional Lope de Vega, pero la censura prohíbe la representación de sus obras. Acosado por la dictadura, decide exiliarse: primero en Londres; luego, definitivamente, en París, donde se instala en 1968. A partir de 1972 se dedica al género narrativo.
Gómez Arcos murió tras haber publicado catorce novelas en francés y haber sido galardonado con numerosos premios literarios y condecorado con la Orden de las Artes y las Letras francesas con grado de caballero (1985) y de oficial (1995). Su obra forma parte del programa educativo de los liceos franceses y ha sido traducida a catorce lenguas. Murió, en suma, como un escritor prestigioso y, como tal, fue enterrado en el cementerio de Montmartre de París, en una tumba en cuya lápida se puede leer: «Un hombre libre».
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