«Cada nueva novela se recibía con un viejo ritual: la visita del chófer del presidente de la República al domicilio del escritor para recoger un libro dedicado. François Mitterrand admiraba a aquel autor español que escribía en francés: Agustín Gómez Arcos, que triunfó en su voluntario exilio en Francia y fracasó en España, arrinconado en la esquina de los malditos»
Tereixa Costenla/El País
El autor de El niño pan, Agustín Gómez Arcos, nace en Enix, Almería, el seno de una familia republicana. A los veinte años, tras finalizar el bachillerato en Almería, se desplaza a Barcelona para estudiar derecho, pero pronto descubre que su vocación es la literatura, y su auténtica pasión, el teatro. A mediados de los años cincuenta se traslada a Madrid, donde trabaja como actor, director de teatro y traductor. Su labor como dramaturgo se ve premiada en dos ocasiones con el Premio Lope de Vega, pero la censura prohíbe la representación de sus obras. Acosado por la dictadura, decide exiliarse: primero en Londres, y, a partir de 1968, en París, donde publica catorce novelas en francés, obtiene numerosos premios literarios finalista del Premio Goncourt en dos ocasiones con Escena de caza (furtiva) y Un jaro quemado_vivo y es condecorado con la Orden de las Artes y las Letras de Francia, con grado de caballero (1985) y oficial (1995). Su obra forma parte del programa educativo de los liceos franceses. Está enterrado en el cementerio de Montmartre