Resulta interesante que el libro fundacional de las tres enormes religiones monoteístas comience con un acto de desobediencia de una mujer, en el que Eva acaba comiendo del fruto prohibido tras ser incitada por la serpiente, pero más aún que sea un acto similar el que inaugure la archiconocida saga de dibujos animados, donde en lugar del mismo diablo, una reina malvada obsesionada por la belleza es la encargada de recurrir a la mentira para conseguir a través del mismo método la perdición de una mujer inocente. ¿Desobediencia o manipulación? En cualquier caso, siempre presentando a la misma víctima.
Disney comenzó a formar en sus primeras películas jerarquías androcéntricas, donde las mujeres y la naturaleza quedaban supeditadas al hombre, consecuencia del falso pensamiento de considerar a este como líder del pensamiento humano. La mujer se presentaba como un ser totalmente vulnerable, ya que es sensible y se compadece en todo momento de los demás, llora y debe ser tratada con delicadeza y cuidado. Siempre preocupada por su aspecto y por ser rescatada, sus únicas aspiraciones debían ser la bondad y el valor.
El Makeup Artist (MUA) Diego Vitaller (@muagami) rompe con todos los esquemas establecidos y nos presenta a través de su último trabajo una provocadora reinterpretación del cuento de Blancanieves.
En él nos muestra a una princesa rebelde, con personalidad propia y alejada de los estrictos cánones de belleza de la sociedad. Parte de la sensualidad y el erotismo para dibujar una historia en la que no reina la maldad, sino la fragilidad de sus personajes al mostrarse vulnerables, destapando “ese oscuro objeto del deseo”, las lágrimas que de verdad habitan en nuestro interior, y la llameante conexión que se produce a través de las fantasías humanas.
Ya lo dijo Aristóteles, “sólo hay una fuerza motriz, el deseo”.
Fotografía: Ricardo Chigne (@rech_c)