Entrevistamos para EmprendiZajes a Raúl Segovia. CEO de la consultoría financiera Grupo Sambal, Raúl Segovia es un joven emprendedor con amplia experiencia en el derecho, el mundo inmobiliario, e incluso el turismo rural. Hoy comparece para Urban Beat como innovador dirigente de una de las empresas financieras más innovadoras del sector. Trato personalizado, mucha humanidad y empatía, y una imbatible convicción de que la construcción de un proyecto empresarial, incluso el financiero tiene que estar provisto de buenas dosis de pasión, imaginación y creatividad. La felicidad y el amor con mayúsculas definen a Raúl Segovia; un hombre que un día dejó su pequeño pueblo en Extremadura para triunfar en los negocios, reivindicando las raíces y el coraje de mirar siempre hacia adelante.
¿Cómo comienza ese viaje iniciático hacia el emprendimiento?
Llegué a Madrid hace unos años para terminar mis estudios y después de varios trabajos relacionados con el derecho, empecé a trabajar en un despacho de abogados. A pesar de tener una estabilidad laboral y una vida acomodada, aquella realidad no me hacía feliz: las relaciones con los compañeros, los afterwork, la “vidilla” de oficina… Yo me sentía muy outsider de todo eso, como que no encajaba. No acababa de entender el significado que le daban los demás a las cosas, sus escalas de valores o la importancia de trivialidades. De alguna manera lo aceptas. Pero con el tiempo y en el ejercicio de la propia profesión y la inexorable formación continua me di cuenta de que no quería ser como el resto y que quería vivir de acuerdo a mis propias reglas.
¿Cuál fue esa idea, digamos fundacional, que empieza a transformarte en quién eres hoy?
En ese momento no le pones nombre. Ese nombre, por lo menos yo, se lo he puesto con el paso de los años. De hecho, más que una idea concreta fue una sensación; algo así como un impulso. El hallazgo de un diálogo interior que me llamaba a emprender, a hacer algo, a encontrar un propósito que guiara mi vida. Cuando comienzas, al principio sabes qué quieres desde una perspectiva general, como cuando andas un camino y solo ves mucha niebla. Es el propio recorrido con el paso del tiempo el que ayuda a ver todo con más claridad.
Y desde ese espacio de indagación, de autoconocimiento, ¿qué hace que optes por un sector?
Hay un conjunto de factores que uno tiene que valorar. Ser completamente fiel a tu sueño original, a ti mismo o a tu ideal profesional a veces es muy complejo y el mercado tiene además sus propias reglas. Pero sí es posible encontrar un equilibrio. En Japón existe el concepto Ikigai (algo así como: el propósito de vida). En el propósito de vida es difícil que encuentres algo que te guste, se te dé bien y además ganes dinero, pero si al menos confluyen dos de esas tres vertientes, tienes muchas posibilidades de que las cosas salgan muy bien.
Comienzas tu carrera profesional en un sector, aparentemente poco romántico: una financiera. ¿Qué aprendiste de ese entorno?
Bien, para empezar supuso un aprendizaje importantísimo, porque al final todos los proyectos empresariales así sean de logística, científicos o culturales necesitan de financiación y como CEO es importante tener conocimiento de ello. Pero en mi caso aportó el conocimiento jurídico y legal que sustentaría mi propia idea de negocio.
¿Cómo has adaptado esa enseñanza en el mundo de las finanzas?
Como te decía trabajar en una financiera te da la oportunidad de aprender aspectos muy básicos de la economía. Uno de ellos es entender cómo funciona una empresa desde el punto de vista económico. Sin embargo, para ser disruptivo, debes entender a tu cliente objetivo y saber qué quiere él de ti, y cómo se lo puedes solucionar.
¿Cómo nace tu empresa financiera GRUPO SAMBAL y qué servicios ofrece?
Grupo Sambal es una consultora financiera y crediticia. Tenemos acuerdos de colaboración con distintos bancos, hasta un total de 15 entidades financieras entre bancos y cajas y conseguimos financiación a los clientes. Hablamos de gente que tiene dificultades, necesita una reestructuración financiera o prefiere que la gestión de su hipoteca se la lleve un profesional para que no le resulte tan duro el camino. Enviamos la documentación a diferentes bancos y buscamos posibilidades adaptadas a cada caso con las mejores condiciones. Acto seguido, disponemos de toda la gestión con los tasadores, gestorías, notarias, resolvemos cualquier problema legal que surja, organizamos y explicamos cualquier duda… en definitiva, hacemos que el proceso de compra de una vivienda sea un camino de rosas para el cliente y no un maritirio. Y además, solo cobramos si le conseguimos la financiación a nuestro cliente, e incluso le regalamos la tasación.
¿Cuáles son las principales problemáticas que desde GRUPO SAMBAL habéis detectado en la forma en la que las familias se financian en España?
Hace poco leía en un periódico económico que el promedio de ahorro de las familias españolas es de unos 8.000 euros. Esa falta de ahorro, dificulta el acceso a una vivienda de las familias españolas, y acabamos siendo muy sensibles al precio. Desde GRUPO SAMBAL nuestro objetivo (y también signo de diferenciación) es que somos muy pedagógicos con el cliente, explicando qué y cómo gestionar los recursos para conseguir la financiación de una forma sincera y honesta. Desgraciadamente, muy poca gente conoce el sistema hipotecario, y tienen muchas dificultades para interpretar qué condiciones son las más beneficiosas a la hora de adquirir financiación. GRUPO SAMBAL primero conoce el perfil económico del cliente, averigua cuáles son sus necesidades, y ayuda a conseguir la financiación que mejor se adapta a las mismas.
¿Qué diferencia a nuestro país a otros de nuestro entorno en el mundo de las finanzas?
Pues precisamente lo que te comentaba en la anterior pregunta. Somos más sensibles al precio. Desgraciadamente ese poco conocimiento sobre la gestión de nuestras finanzas, hace que el acceso a crédito se dificulte, una cuestión de la que la propia Unión Europea ya se ha quejado de forma oficial al Gobierno de España.
Sabemos poco, según creo del mundo financiero. Más allá de los macro datos y de las informaciones que nos transmiten los medios de comunicación. ¿Cómo se consigue tener éxito en este mundo?
En primer lugar está el conocimiento. Como bien dices existe mucho desconocimiento por parte de la población. Ese conocimiento yo lo poseía por mi experiencia profesional. Por lo tanto eso era un valor. Y luego me di cuenta de que era capaz de traducir a un lenguaje cotidiano todo aquello que la gente no entendía. Yo utilizo mucho la lógica como vehículo para explicarles a mis clientes qué estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo. Es algo que muchos financieros no saben hacer; tienen los conocimientos pero no saben explicárselo a sus clientes. No pierdo nunca el espíritu de aprendiz como dice Borja Villaseca. Yo siempre me mantengo en continuo aprendizaje leyendo mucho y también observando las transformaciones que se van produciendo en el sector.
De todo ese aprendizaje, ¿cuál es el punto de inflexión que te hace profundizar más en estos aspectos de tu carrera?
Uno cambia cuando se cansa de estar cansado. Ese momento en el que uno se pregunta “¿prefiero esto o la nada?”, y cuando la respuesta es “La nada”, ahí empieza el cambio.
En mi caso esa transformación se produjo en una etapa en la que yo trabajaba para un despacho de abogados. Me dedicaba a recuperar acciones de BANKIA. Y llegó un punto en el que me vislumbré a mi mismo diez años después haciendo aquello y me pregunté si aquello era lo que yo quería.
¿Cómo llevaste a cabo esa decisión y proceso de cambio?
Primero con mucho miedo y desconocimiento pero siempre movido por mi necesidad de darle un sentido a mi vida, y después, haciendo muchas cosas y muy diferentes y generando muchos contrastes que me permitieran acoger diferentes perspectivas. Empecé a cantar, incluso llegué a montar una orquesta. Monté una empresa. Me arruiné. Luego monté otra, la idea no era buena. Pivoté, luego tuve otra idea…. Al final, uno espera cambiar con la seguridad de lo que va a obtener, y eso no es posible. Yo he fracasado más de lo que he acertado, pero no hay ( o no conozco) otra forma de progresar y mejorar.
¿Te consideras valiente?
Considero que vencí muchas cobardías, miedos que nos han inoculado a través del sistema; hipotecas, préstamos, cargas familiares y un relato de cómo afrontar todo ese compromiso con el sistema. Soy consciente de que yo no tenía esas cargas y eso me hizo sentir más libre. Es más una cuestión de búsqueda de libertad que de una valentía sobrevenida. Es decir, es una cuestión de oportunidad y de circunstancias.
Provienes de un pequeño pueblo. ¿Qué rasgos identitarios imprimió esa realidad a tu carácter?
Tal vez, una cierta mirada infantil, curiosa, incluso inocente muchas veces, pero también muchos valores muy importantes que han ayudado a que mis ideas sean diferentes: el hecho de que la gente te conozca por el hombre y no por la empresa que representas, la importancia de tu marca personal, la confianza que te da el aprender a ser honesto y no mentir a nadie, (cosa que aprendí mucho de los negocios locales de mi pueblo, en donde todo el mundo se conoce y la confianza es un factor fundamental). Y por supuesto, ser fiel a tus principios siendo leal con los demás.
El coraje, la búsqueda de oportunidades y el lograr tus sueños, según tú, ¿tienen su origen en la voluntad del individuo o en las dinámicas de construcción pensamiento colectivo?
Creo que tiene que partir del individuo, y también es muy importante pensar en uno mismo y darse de baja de algo que dice mucho mi profesor y uno de mis mentores, Sergio Fernández: “Director General del Universo”. Es esa clase de personas que existe y se dedican a darle lecciones de vida a los demás cuando nadie se las pide. Uno puedo ayudar si quien lo necesita tiene voluntad de ser ayudado.
Es cierto que el espacio público debe facilitar las herramientas pero el proceso es individual y cada uno tiene su momento. El propósito colectivo debería ser el amor. El amor con mayúsculas. Contribuir con un porcentaje de tus ganancias a la aportación generosa, a una causa que nos parezca justa, y, en definitiva a aportar nuestro granito de arena.