La isla tanzana de Zanzíbar no es únicamente un paraíso repleto de bellísimas playas vírgenes. Esta vez pasearemos por Stone Town y después iremos a Jambiani para convivir con los miembros de una comunidad que se esfuerza en ofrecer a sus paisanos un futuro al margen del turismo.
Sobrevolar en avioneta cualquier rincón de África es siempre un privilegio. El breve vuelo entre Tanga y Zanzíbar me fascina desde nuestro despegue. La selva se ve abruptamente interrumpida por una deslumbrante franja blanca de playa que da paso a los tonos azules del estrecho que separa esta isla del continente. Bancos de arena emergidos con la bajamar salpican el océano. Aparece Zanzíbar. Pasamos sobre unas lagunas comunicadas por tortuosos ríos perfectamente delimitados por la vegetación mientras iniciamos nuestro descenso.
Camino en busca de alojamiento arrastrando mi trolley y esquivando constantemente a los insistentes vendedores locales que me ofrecen camisetas, hachís, comida local o excursiones en barco. Este acoso no me impide apreciar la belleza de las callejuelas de la ciudad comunicadas por túneles y repletas de coloridas fachadas de edificios de un estilo similar al árabe.
Encuentro cama rápidamente en Stone Town. Tras ducharme, abro el mapa para ubicarme y Zanzíbar me da su primera sorpresa: justo al otro lado de la estrecha calle en la que se encuentra mi hostal está la casa que habitó Freddie Mercury durante su infancia. El edificio alberga ahora un escueto museo dedicado a esta estrella donde descubro que el cantante de Queen, que nació en esta ciudad y correteó por sus calles de niño, procedía de una familia zoroastriana de raíces indias.
El casco antiguo está repleto de pintores rematando sus cuadros, que mayoritariamente representan animales de llamativos colores. Esta vivacidad de tonos también está presente dentro de la catedral católica, con paredes y techos pintados de amarillos y verdes chillones.
La fortaleza amurallada ocupa el centro de Stone Town. Muy próximo se encuentra el antiguo mercado de esclavos. Permanezco unos angustiosos minutos dentro de una de las escuetas celdas donde permanecían hacinadas decenas de seres humanos hasta que eran vendidos. En el exterior, un impactante monumento representa a un grupo de africanos portando en sus cuellos los grilletes y cadenas auténticos que se utilizaron para inmovilizar a los esclavos.
Por último, visito Prison Island: antigua cárcel ubicada sobre un islote habitado por gigantescas tortugas de tierra y rodeado de paradisíacas playas con exuberante vida subacuática.
Parto hacia Jambiani en un autobús local. A través de un amigo en común, he contactado con Ndimu. Este tanzano ha fundado una comunidad llamada Move Zanzibar donde voy a vivir durante unos días. Ndimu vivió durante muchos años en la calle y hoy dirige esta fundación que promueve las actividades deportivas entre niños y adolescentes intentando alejarlos del riesgo de caer en malos hábitos o adicciones. Su lema es «from the street to the stage».
Yoga frente al mar mientras sale el sol, gimnasia en el patio de la comunidad por las tardes, baile, contorsionismo, malabares, música, acrobacia, clases de inglés, etc., son algunas de las actividades llevadas a cabo en este centro.
Ndimu selecciona semanalmente a los mejores artistas que participarán en un espectáculo que él organiza para obtener algún pequeño ingreso con el que avanzar en su proyecto. Algunas de las estrellas que entrenan aquí han llegado a actuar en Holanda o Alemania, viendo su sueño hecho realidad.
Ruedo algún vídeo y disparo mis fotografías durante los entrenamientos. Se me eriza el vello contemplando el talento de estos chicos y cómo se ayudan entre ellos.
Si vais a Jambiani, disfrutad de su playa, pasead por este pueblo donde todos os saludarán, y preguntad por «Move Zanzibar». Apoyad su noble causa. Sentiréis que esta comunidad os colmará de impagables regalos: su sincero afecto, sus francas sonrisas, y su contagioso entusiasmo por seguir luchando.
Gracias «Move Zanzibar».
José M. Diéguez Millán es autor del libro ESTE
Facebook: José Diéguez Millán
Instagram: @josedieguezmillan
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