Con una gran fortuna de origen, Cunard fue icono de la modernidad, carismática, rebelde y figura central de la intelectualidad europea entre los años 20 y 40. Nació en el seno de la alta sociedad de la Inglaterra victoriana. Era valerosa heredera de los navieros Cunard. Rompió con su familia para implicarse en la lucha contra la violencia racial, pero siempre se la ha conocido de forma fragmentaria, más por su estatus social, o por supuestos escándalos para la época, que por su obra poética o periodística, como a tantas escritoras y artistas, a quienes se las estudió solo parcialmente, como recuerda Nowendsztern en el prólogo de Guerra publicada este año por la editorial Torremozas. En el caso de Cunard mucho más, como dice la traductora y prologuista del libro, quien relata que se le añadían “títulos, como: ‘It girl’, ‘flapper’, modelo, heredera rebelde o mecenas”. Fue en 1979, a raíz de que se publicara una gran biografía sobre su vida escrita por Anne Chisholm, cuando se empezó a profundizar en la obra de esta creadora. A esta biografía se sumó la publicación en 2016 de su poesía, seleccionada por Sandeep Parmer, quien sitúa la trayectoria de la poeta en la estela de Djuna Barnes y Mina Loy.
Nowendsztern asegura en el libro que “ninguna faceta ni relación de Nancy Cunard podría ser comprendida sin tener en cuenta su sensibilidad artística, su refinado criterio literario, su apuesta por nuevos estilos y su constante búsqueda de una voz que reflejase todo lo que atestiguara como reportera”.
Cunard posó para Man Ray, para quien fue un icono, y se dejó pintar por Kokoschka o esculpir por Brancusi. Esto es tan solo un ejemplo porque fue amiga y musa de los escritores y artistas más importantes del siglo XX.
“En los mismos años que en España Gerda Taro (bajo el pseudónimo compartido de Robert Capa) fotografiaba entre tanques y disparos y Lee Miller cruzaba Francia y Alemania capturando los horrores de las Segunda Guerra Mundial, Cunard lo hacia desde sus escritos tanto periodísticos como poéticos en un incesante ir y venir entre España, Francia, Suiza e Inglaterra.Una actividad que mantuvo desde 1936 hasta los 60 años con su testimonio de la Europa de posguerra”, dice Nowendsztern.
Colaboró, de forma altruista, con revistas y periódicos de todo el mundo como ‘Letf Review’, ‘Associated Negro Press’ de Chicago y ‘Manchester Guardian’, donde denunciaba el racismo o la situación de las mujeres en la guerra.
Junto al poeta Pablo Neruda, al que conoció cuando era cónsul de Chile en Madrid, ideó la revista Los poetas del mundo defienden al pueblo español.
La traductora también descubre al lector que Cunard realizó en 1937 la que se considera como la primera encuesta política a gran escala, dirigida a importantes figuras de la cultura. Consiguió la respuesta de 148 escritores anglosajones. La pregunta era: “¿Está a favor o en contra del gobierno legal y del pueblo de la España republicana?”.
Recientemente esta encuesta se publicó en un volumen de la editorial La uña rota, con el título: “A favor o en contra: Autores británicos y norteamericanos se pronuncian sobre la guerra civil española”.
Su aparición en España para apoyar a la República estaba influida por un “idealismo y fervor romántico”, compartido por la mayoría de los intelectuales. Estuvo en Barcelona, cuya atmósfera describía como de bondad, igualdad y hermanamiento. Estuvo en los frentes de Illescas y Navalcarnero.
En 1937 publicó Los poetas del mundo defienden al pueblo español con poemas de Tzara, Aragon, Langston Hughes, Nicolás Guillén, Neruda, Alberti o Lorca, entre otros, y el dinero que consiguió con ello fue para el bando republicano.
La autora volvió por segunda vez a España, otra vez a Barcelona, Valencia y Madrid, donde tuvo un encuentro con Hemingway. Después se marchó a Túnez, pero seguía en su mente España, Madrid y sus imágenes de horror y pobreza.
Seguía pidiendo dinero para los republicanos. Refugiaba a mujeres y niños. Mandaba ropa y tabaco. Siempre denunció en sus reportajes a los gobiernos británico y francés por su impasividad ante esta situación.
Cunard Apoyó la resistencia francesa, y desde Londres siguió el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. A su fin, supo que habían saqueado su casa en Réanville. Todas sus fotos y archivos fueron destrozados a manos de sus vecinos, alentados por el alcalde, que no aprobaba que esa casa sirviera de refugio para personas negras y refugiados españoles. Regresó a París y ya empezó su deterioro continuo, al tiempo que luchaba junto a otros intelectuales. A los 60 viajó a España de forma alterna, como relata en este apasionado prólogo Nowendsztern.
Se le prohibió volver a España, pero gracias a sus contactos pudo regresar a Valencia en 1960, aunque luego fue detenida, “recibiendo palizas que acelerarían su deterioro físico y mental”, hasta que fue expulsada y declarada “demente”, tras tener problemas de comunicación.
La anorexia, el alcoholismo y la depresión la llevaron a ser hospitalizada en un psiquiátrico, de donde entraba y salía, hasta que. tras vagar unos días por las calles de París, fue encontrada inconsciente y falleció en un hospital público el 16 de marzo de 1965.
Tras su muerte, uno de los autores que escribió sobre ella fue Pablo Neruda: “Había consumido su cuerpo en una larga batalla contra la injusticia en el mundo. Su recompensa fue una vida cada vez más solitaria y una dolorosa muerte”, escribió.
En 2014 se llevó a cabo una exposición en París con el título El Atlántico negro sobre el compromiso político y social de Nancy Cunard, organizada por el Museo Quai Branly, Sarah Frioux-Salgas, tomando como hilo conductor el libro “Negro Anthology”, que coordinó ella misma en 1934.
“Me gusta la paz, el campo, la España republicana y la Italia antifascista, los negros y su cultura africana y afroamericana, toda la América latina que conozco, la música, la pintura, la poesía y el periodismo”, explicaba la propia Cunard en el libro Poemas a Francia. 1939-1944.
Nancy Cunard podría ser comprendida sin tener en cuenta su sensibilidad artística, su refinado criterio literario, su apuesta por nuevos estilos y su constante búsqueda de una voz que reflejase todo lo que atestiguara como reportera.